viernes, 9 de diciembre de 2011

La “Casa de la Paz”, un oasis de esperanza en la vida de seis niños haitianos

Niños haitianos. (Foto de archivo) Niños haitianos. (Foto de archivo)

Madrid.- Entre risas, juegos y sobre todo mucho cariño, seis niños haitianos se recuperan física y mentalmente en la “Casa de la Paz”, el refugio madrileño que desde mediados de noviembre se ha convertido para ellos en un oasis de esperanza en mitad de la pobreza, el hambre y la enfermedad.

Su estancia en el hogar de acogida perteneciente a Mensajeros de la Paz, la ONG española que se ha hecho cargo de los pequeños y sus madres por unos meses, ha transformado su mirada, “baja y cohibida”, en palabras del padre Ángel, presidente de la Organización, en “alegre, despierta y curiosa”.

“Todos aquí estamos gozosos, porque es maravilloso ver la cara de los niños cuando los coges, notar como se abrazan al cuello, darte cuenta de como sonríen. Ver el sol de aquí ya es distinto. He visto en ellos una felicidad especial”, explicó el sacerdote a Efe.

En el salón principal de la “Casa de la Paz”, Freud-nee, Jeerlly, Midjenie, Yolande, Benchina e Iselorventa pasan gran parte del día rodeados de muñecas, coches, puzzles, balones y libros de cuentos.

“En Haití viven en chabolas, en tiendas de campaña. Después de dos años (desde el terremoto) siguen sin tener colchones, agua corriente y letrinas. Por eso cuando abren un grifo y corre el agua o tiras de la cisterna les sale una sonrisa especial”, apunta el padre Ángel.

Sus madres les observan, atienden y reprenden -cuando pelean entre ellos por algún juego-, y se esmeran por ayudar en la “Casa de la Paz” en las tareas del hogar, limpiando el polvo de muebles y sillones u organizando los juguetes.

“Son muy amables y aplicadas”, indica a Efe Aurora, una de las cuidadoras. “Las mamás de las niñas pasan horas por la mañana peinándoles con esas coletitas de colores”.

Freud-nee tiene 4 años y sufre unas inflamaciones constantes en sus rodillas que, sin embargo, no le impiden desplegar una increíble energía, por eso en el hogar de Mensajeros de La Paz se ha ganado el sobrenombre de “el bicho”.

“Ha experimentado un cambio impresionante desde que llegamos a España. Antes no comía y lloraba mucho. Ahora come, juega con los otros niños y está alegre siempre”, explica a Efe Ernite, su madre, una haitiana de 35 años que subsiste en Puerto Príncipe gracias a la ayuda de su familia y de amigos.

Ernite, madre soltera en un Haití todavía devastado por el terremoto, sonríe al ver a su hijo recorrer los pasillos de la casa hogar en una motocicleta de juguete y sueña con que Freud-nee se recupere y pueda acceder a todo lo que ella no ha tenido.

“Yo sólo aspiro a tener una casa para vivir y un negocio para poder ganarme la vida, pero quiero que mi hijo cumpla sus sueños”, dice.

Ser médico es el sueño de Freud-nee, un doctor como el que estos días está revisando a los seis niños para derivarles después al especialista que corresponda.

“La primera visita ha sido a un pediatra social, que le ha hecho una revisión general, analíticas y radiografías. El es el que nos enviará a los especialistas para cada caso en concreto”, indica a Efe Verónica, coordinadora de la “Casa de la Paz”.

Los oftalmólogos se encargarán de operar a Iselorventa y Benchina, de 4 y 1 años respectivamente, que padecen cataratas desde su nacimiento.

“Benchina, además, tiene una hernia que le impide caminar con normalidad”, indica a Efe Tania, su madre.

Al igual que para Ernite, la principal preocupación de Tania, de 21 años, es que sus hijas no tengan que pasar por sus mismas circunstancias.

“No sabría decir que me ilusiona más allá de que mis hijas estén bien. Mi vida siempre ha sido igual y lo único que tengo es el dinero que su padre nos entrega de lo que gana con un taxi alquilado”, señala.

Esa falta de esperanza se debe, según el padre Ángel, a que en Haití el tiempo parece haberse detenido después del terremoto.

“Sigue habiendo casi 600.000 personas en la calle, durmiendo en tiendas de campaña. Todo sigue en escombros y nada ha cambiado con la llegada del nuevo gobierno”, añade.

El sacerdote se lamenta y subraya que “de Haití se han olvidado todos, los políticos, los medios de comunicación, la Iglesia, las instituciones y algunas ONG”.

“Los gobiernos, excepto el de España que si lo ha hecho, han prometido ayudas que nunca han llegado. Ahora tienen la disculpa de la crisis económica, pero no se acuerdan de la crisis humana que sigue afectando a muchos países en el mundo”, concluye.



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