sábado, 7 de enero de 2012

Salvador y yo

En un trabajo anterior, dijimos que en esta entrega abordaríamos el punto relacionado con la situación política que se presentaría para la izquierda si desaparece del poder Salvador antes de 1986.

Traemos a colación el punto anterior porque en una carta pública que dirigimos a Salvador, publicada en esta misma columna el pasado 16 de agosto, dijimos que él representa toda la democracia representativa, y si es desplazado del poder antes de 1986, los primeros en sufrir las consecuencias negativas de su desplazamiento serían las organizaciones de izquierda, no la derecha ni los intereses extranjeros que saquean al país.

Las organizaciones progresistas, comunistas y de izquierda se desarrollan en un ambiente político de legalidad, donde se respetan las libertades y derechos fundamentales de la persona humana. Solamente en una sociedad donde se pueda difundir libremente la ideología de la clase obrera, se puedan organizar a los trabajadores y a todas las masas explotadas, y se pueda difundir libremente la ideología de la clase obrera, se puedan organizar a los trabajadores y a todas las masas explotadas, y llevar al seno del pueblo el mensaje de los cambios serios y profundos, solamente en semejante situación puede avanzar el proceso social y político e ir acumulando fuerzas para futuras luchas de contenido más amplio.

Las fuerzas que representan el progreso necesitan de la real y verdadera democracia para poder desarrollar sus actividades y hacer conocer a las masas populares el contenido real y efectivo de su programa, la esencia de su mensaje y la verdad de sus objetivos programáticos.

No es lo mismo la relación con los obreros por medio del mensaje escrito y clandestino, que dirigirse directamente a ellos por la comunicación directa o por la prédica diaria por la radio o la televisión. El mensaje se asimila mejor cuando los trabajadores lo reciben directamente de sus más dignos representantes; los sindicatos funcionan mejor en un ambiente de amplias libertades democráticas, o donde se pueden reclamar esas libertades y la opinión pública sensible impone su respeto. Las organizaciones de los trabajadores, estudiantiles, profesionales, etc., realizan mejor su trabajo en una sociedad donde se respeten las libertades públicas formales, que donde impere la violencia institucionalizada, el despotismo o el fascismo al estilo latinoamericano y caribeño, o lo que es lo mismo, a lo Pinochet y Duvalier.

Los dirigentes que saben interpretar seriamente el sentir de las masas no comparten el criterio defendido por algunos cretinos de que “mientras peor, mejor”. Los masoquistas no tienen nada que ver con la lucha por los cambios serios y profundos de la sociedad.

Todo lo anterior lo decimos porque estamos plenamente convencidos de que las organizaciones progresistas y de izquierda jamás lucharán, ni se alinearán con la derecha, para que Salvador sea desplazado del poder antes de 1986, ¿y por qué decimos esto? Porque si Salvador desaparece del poder antes de 1986, no es verdad que el continuador de su gestión será un demócrata, un socialista o un hombre con un pensamiento político fuera de los marcos del sistema.
No justificamos la continuidad del sistema social dominante ni la política de Salvador. Lo que sí creemos es que si en este país desaparece Salvador antes de 1986, los que resultarían más perjudicados serían los hombres y mujeres del pueblo, los luchadores por la democracia plena y por los cambios sociales.

No creemos en el providencialismo de Salvador ni de ningún hombre. Creemos en el papel que puede desempeñar el individuo en la historia cuando se liga a las acciones de las masas, y este no es el caso de Salvador. El papel de Salvador en la actual coyuntura que vive el país es circunstancial, pasajero, pero por la ausencia de un vicepresidente, lo frágil de las instituciones políticas del país, la mentalidad de cavernas de los grupos políticos de la derecha recalcitrante, y por la correlación de las fuerzas que se mueven a nivel mundial, y particularmente en América Latina y el Caribe, no conviene a las organizaciones de izquierda que Salvador sea desplazado del poder antes de 1986.

Conviene destacar que las izquierdas, ante la imposibilidad de hacer dar un cambio profundo a la situación del país por sus propias fuerzas, no hagan alianzas con grupos de conspiradores, y otra muy distinta es que las organizaciones progresistas se crucen de brazos y no luchen contra el sistema social dominante aprovechando el clima de libertades públicas formales existente hoy.

Precisamente, en un ambiente de libertades públicas formales, creado por la acción decidida de las masas populares, es que los partidos progresistas tienen que ponerse en tensión, organizando y concientizando a las masas, principalmente a la clase obrera.

Creemos que el movimiento progresista y de izquierda está llevando a cabo una lucha política de masas que se ajusta a la coyuntura política que vive el país y sus actuaciones no entrañan, en modo alguno, acciones desestabilizadoras. Luchar contra el sistema, denunciar sus lacras y los polos que las generan, es deber de los partidos contrarios al sistema; guardar silencio sin cuestionarlo es hacerle el juego a los partidos de la minoría nacional y a los intereses extranjeros que nos saquean, oprimen y explotan. (89)

El Caso de Coraasan

Siempre he tratado de ser cuidadoso y respetuoso al abordar por los medios de comunicación un tema que, en una u otra forma, puede lesionar a una determinada persona; nunca he escrito ni me he expresado por radio o televisión con ánimo de injuriar o difamar.

He dicho lo anterior porque durante el gobierno de Salvador escribí varios artículos haciéndome eco de denuncias que recibía desde el interior de la Corporación de Acueducto y Alcantarillado de Santiago (CORAASAN).

Al momento de elaborar los artículos con relación a CORAASAN sabía, como lo sé ahora, que su principal ejecutivo no tenía nada que ver con las irregularidades, pero sí otros funcionarios.

Mi buena fe me motivó llevar ante la opinión pública lo que estaba ocurriendo en CORAASAN en aquel momento, no de dañar a nadie. He aquí tres trabajos que escribí en torno al caso CORAASAN:

1.-¿Irregularidades en CORAASAN?

Constantes denuncias hemos recibido por distintas vías con respecto a la situación que se presenta en la Corporación de Acueducto y Alcantarillado de Santiago (CORAASAN), en lo que se refiere a su patrimonio económico.

Hace unos días nos visitó una comisión del Sindicato de Coraasan y nos manifestó su preocupación con respecto a la forma como se están manejando los dineros de la corporación. Los dirigentes sindicales que nos visitaron tenían en su poder documentos que revelan cómo se están moviendo los dineros de la Corporación de Acueducto y Alcantarillado de Santiago.

Creemos que se impone que se haga una auditoría en Coraasan, y si ya se hizo una, que se dé a conocer a la opinión pública el resultado de la misma.
Por los documentos que tuvimos la oportunidad de ver, y que nos fueron mostrados por directivos del Sindicato, así como informaciones que hemos obtenido por órgano de personas estrechamente vinculadas con Coraasan, creemos que se impone una amplia investigación de su activo y pasivo.

No acostumbramos a poner en duda la honestidad de ninguna persona, pero creemos que cuando se están manejando intereses del pueblo las cuentas deben estar lo más claras posible.

En distintas oportunidades hemos dicho que la conducta de Salvador está al abrigo de toda sospecha en lo que al manejo de los dineros del pueblo y honestidad se refiere, y cada vez que se denuncia algo con olor a corrupción, o que ponga en entredicho la moralidad y honestidad de funcionarios que, en una u otra forma, tienen relación con el Gobierno, creemos que el Presidente está en el deber de investigar a fondo para determinar qué hay de cierto en el hecho denunciado, puesto en duda, o en forma reiterada comentado.

Y no es un secreto para nadie, por lo menos en la ciudad de Santiago, los comentarios que hay con la forma que se manejan los dineros de la Corporación de Acueducto y Alcantarillado (CORAASAN).

Ciertamente que los documentos que tuvimos en nuestras manos, y que nos fueron mostrados por dirigentes del Sindicato de CORAASAN, ponen en entredicho la forma de cómo debe ser manejada una empresa o institución cuyo patrimonio es del pueblo. No ponemos en duda la conducta de las personas que están dirigiendo la Corporación de Acueducto y Alcantarillado de Santiago, pero sería muy saludable que, para la tranquilidad y buena imagen de los mismos directivos de CORAASAN, que se hiciera una auditoría, y si ya se hizo una que se dé a conocer a la opinión pública. Todo resultaría más mejor y claro para los directivos de la institución y también para los miembros del Sindicato y el pueblo en general.

Creemos que Salvador, que ante duda en el manejo de valores del Estado ha sido exigente, está en el deber de tomar carta en el asunto CORAASAN. (90). 

Fuentes:

(89) El Nacional. 29 de agosto 1983.
(90) El Nacional. 9 de septiembre 1983.

Continuará la semana próxima

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